Versículo:
«Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos» (Salmos 138:8)
Comentario:
Existen momentos de nuestras vidas en el los que atravesando circunstancias difíciles nos encontramos con preguntas como: ¿Qué debo hacer? ¿A dónde debo ir? ¿Qué camino debe tomar mi vida? Al encontrarnos sin una respuesta clara, vemos que estamos agobiados y que no tenemos una dirección de cuál debe ser el próximo paso.
En el momento en que experimentas esta situación, debes estar consciente de dos realidades críticas. Primero, fuiste creado por Dios y dotado con un propósito por él. Pablo dice algo magnífico en efesios 2:10 que debemos asimilar e internalizar: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Somos en consecuencia el fruto del trabajo del Señor, él tiene un plan para ti y encontrar la dirección debida es encontrarnos en ese plan preguntándonos: ¿Qué habilidades te ha regalado el Señor? ¿En qué cosas encuentras pasión, motivación y gozo? La segunda verdad es tener presente que Dios es un buen Pastor. Él nos ama y nos guiará. No simplemente nos dará el mapa, se entregará él mismo, por ser su naturaleza la misericordia.
Pensemos en David en medio de uno de los mayores retos de su vida cuando escribió al señor en una de las escrituras más citadas, el Salmo 23: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.” Esta era la realidad diaria de David, confiar en que el Señor lo guiaría a través del camino, sabiendo que a pesar de las grandes dificultades, Dios lo acompañaría. Así, cuando te quedes sin dirección, cuando el rumbo no esté claro, pídele al Señor el camino, Él te creo con un propósito y será Él quien te dé el próximo paso a seguir.
Oración:
Señor, dame la fortaleza para cumplir el propósito que me has encomendado. Bendíceme con la sabiduría de reconocer en ese camino, mis errores, para corregirlos y seguir adelante sin mirar atrás. Amén.