Versículo:
No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo. (Salmos 103:9)
Comentario:
El salmista destaca una vez más la justicia del Señor en relación con las acciones de los hombres; habla del tiempo que tenemos para pensar y actuar libremente en la vida, teniendo en cuenta, o no, las cosas de Dios. Advierte a la gente de la época en que tenemos que elegir entre servir o no servir a Dios.
El versículo destaca que Dios está atento a un corazón quebrantado y lo busca; esto queda claro cuando el salmista dice que el Señor «no contenderá para siempre», es decir, habrá un instante en que Dios mirará en nuestro corazón y se dará cuenta en él de la sinceridad y la ruptura y no sólo de la formalidad y o la fuerza de nuestra fe. Es decir, Dios no aceptará ni desaprobará nuestra ofrenda de vida.
El salmista también dice que no podemos tentar a Dios y pensar que no nos conoce plenamente; no debemos presentarnos ante el mundo diciendo «siervos», hablando y actuando en su nombre, pero en el fondo no tenemos comunión ni temor con Él.
A éstos, Dios no «guardará el enojo»; al contrario, no podrán seguir haciéndolo y sufrirán las consecuencias de sus elecciones y acciones.
Oración:
Señor, acepta mi corazón, pues anhelo ofrecertelo cada día de mi vida como ofrenda, sirviéndote y obedeciéndote, siempre.