Versículo:
Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. (Salmos 100:1)
Comentario:
Aunque los Salmos son una colección de himnos del pueblo judío, muy extendidos en su cultura religiosa, se han convertido en un patrimonio para los cristianos, e incluso para otros pueblos, por su belleza y su extrema base devocional.
Los salmos no están divididos en capítulos, sino por su número.
El Salmo 100 retrata bien la perspectiva del siervo cuando se presentó ante su Señor para decirle con todo su corazón lo agradecido que estaba y lo mucho que valoraba a su Dios. No se identifica su autor, pero sin embargo retrata la dependencia que se experimenta en Dios.
Comienza con una invitación: «¡Cantad!» (Entre muchos significados, tenemos: conmemorar solemnemente, celebrar, alabar públicamente, exaltar); se trata de una actitud de quien reconoce y valora la persona de Dios por experiencia personal, por respeto o por percibir su acción en la vida de los demás. Quien no tenga esta actitud nunca celebrará a Dios.
El salmista habla también del sentimiento que debe acompañar la actitud de celebración: «la alegría» -una alegría extrema- que no podemos contener y que invade nuestro corazón y nuestros pensamientos.
Esta invitación es de carácter progresivo, los que sienten y viven esta actitud deben continuar; pero también es de carácter introductorio, es decir, los que aún no la han vivido deben abrirse a esta oportunidad.
Una invitación a todos los habitantes de la tierra, donde nos insertamos tú y yo: ¿vamos a celebrar hoy al Señor?
Oración:
Señor, hoy y siempre serás mi primer motivo de celebración por Tu amor incondicional y consante, por Tu cuidado y por Tu guía parternal en todo momento. Gracias Padre, Amén.