Antes de que el territorio de China fuera ocupado, fue llevada a un hospital cristiano en Cantón una mujer muy enferma. Allí la mujer oyó hablar de Cristo y le entregó su vida.
Un día la mujer le preguntó al doctor: —Doctor, ¿cuánto tiempo más puedo vivir si permanezco en el hospital?
—Más o menos cuatro meses —fue la respuesta.
—¿Y cuánto viviré si me voy a mi casa?
—No más de dos meses.
—Entonces, me voy a mi casa —dijo la mujer.
—Pero, usted perderá la mitad de la vida que le queda —añadió el doctor.
Una luz de gozo iluminó el rostro de aquella mujer y dijo con gran animación:
—¿Cree usted que no tendré gusto de dar la mitad de mi vida para decir a mis parientes y amigos la historia del amor de Cristo?
De acuerdo con su voluntad la mujer salió del hospital y se fue a su casa para pasar el corto tiempo de vida que le quedaba y emplearlo compartiendo las buenas nuevas que habían sido una fuente de consuelo para ella. En verdad, “ella amó mucho”.—Arnold.
La mejor decisión de nuestra vida, es invertir cada minuto de ella en alcanzar a quién aún no ha probado el dulce amor de Jesús. Cuando fue la última vez que le habló a alguien de el Señor? No crees que hoy es un buen día para hacerlo?
Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros. 2 Timoteo 2:2
Cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas, sino que fuimos testigos oculares de su majestad. 2 Pedro 1:16
Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. Hechos 5:32