Un jovencito construyó un botecito con mucho cuidado. Al llevarlo a un río para probarlo, se lo llevó la corriente.
Triste se fue a su casa. Poco tiempo después lo vio en la vitrina de una tienda.
Entró y lo reclamó como suyo, pero el vendedor le explicó que lo había comprado y que por eso no se lo podía dar a menos que le pagara el precio que le había costado.
El Jovencito no tenía dinero y entonces se puso a trabajar duramente hasta conseguir el dinero.
Entonces fue a la tienda y compró el botecito.
Entonces le dijo: «Querido botecito ahora te amo doblemente, primero, porque te hice, y segundo porque te compré.»
¿Cuanto más crees que te ama Dios?, si primero te creó a su imagen y semejanza, luego envió a su único hijo al mundo para pagar el más alto precio que jamás alguien haya pagado en la tierra, por ti y por mí.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. (1 Juan 4:16)