(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús (Gálatas 3:26)
Cuando mi hijo tenía ocho meses, todavía me despertaba varias veces durante la noche para darle pecho. De hecho, parecía haberse acostumbrado, ya que ni siquiera chupaba bien. Al día siguiente, estaba agotada por haberme despertado tantas veces durante la noche.
Asistí a una charla para madres y una mujer experimentada me aconsejó que no era bueno dejar que el bebé se comportara así porque necesitaba dormir toda la noche. Me aconsejó que no volviera a darle el pecho cuando se despertara y que, si era necesario, le dejara llorar porque ya había mamado bastante. Si lo hacía, me aseguró que en quince días se acabaría el mal hábito.
Esa noche decidí hacer exactamente lo que ella me aconsejó, y mi bebé lloró durante 40 minutos hasta que finalmente el sueño lo venció y durmió sentado en su cuna. Nunca me había sentido tan angustiado. Cuando le vi llorar, quise cogerle en brazos y aliviar su sufrimiento, porque era algo que podía hacer por él. Sin embargo, necesitaba aprender.
Asimismo, pensé en lo que debe sentir Dios cuando nos ve sufrir. Creo que Él, en su infinito amor, está profundamente conmovido y desea mucho ayudarnos. No es un Dios tirano que se queda sentado, ignorando nuestro dolor. Sin embargo, tal vez el Señor nos permite pasar por situaciones difíciles para moldear nuestro carácter, para aumentar nuestra fe o para algún otro propósito. No podemos entenderlo del todo, pero el hecho es que, como una madre, Él es misericordioso con sus hijos. Sería más fácil que Él interviniera y nos salvara de nuestros problemas, porque tiene el poder de hacerlo. ¿Pero aprenderíamos lo necesario?
Me dolía el corazón cuando veía a mi bebé llorar, levantando los brazos hacia mí, pero era necesario privarle de lo que quería para que su comportamiento cambiara. Fue difícil, pero pronto dejó de despertarse tan a menudo durante la noche. Yo también empecé a dormir mucho mejor y me levanté descansada y más capacitada para ocuparme de él y de mis tareas al día siguiente.
Todos somos hijos de Dios, y Él quiere lo mejor para nosotras. Tengamos una charla de corazón a corazón con Dios y averigüemos si hemos aprendido algo al enfrentarnos a los desafíos de la vida.
Oración diaria: Señor, que aprenda de cada desafío de la vida a confiar en Tu poder y Tu inmensa e inagotable misericordia, y que entienda que las pruebas son necesarias e indispensables para fotalecer mi fe y aprender a caminar contigo de la manera en que Tu lo deseas.
Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Tema del Capítulo – Gálatas 3: Justificación de la fe
En Gálatas 3, Pablo se dirige a la necedad de los gálatas presentando principalmente la recepción del Espíritu Santo a través del sacrificio de Jesús como argumento para la justificación por la fe.
Hay una descripción detallada del ejemplo de justificación dado a Abraham, que ocurrió como consecuencia de su fe en las promesas de Dios. La comparación se hace con la práctica de la ley, por la que el Espíritu no se derrama.
Esta fe en Cristo, nos hace partícipes de la bendición de Dios prometida a Abraham y de la misma justificación dada a él.
Cierra Gálatas 3 presentando el propósito original de la ley y su autoridad antes de Cristo. El acceso a esa fe nos hace hijos de Dios, en Jesús.
Esquema de Gálatas 3:26.
3.1 – 5: El sacrificio de Jesucristo y la práctica de la Ley
3:6-12: El ejemplo de Abraham, la justificación por la fe y la ley
3:13-18: En Jesucristo participamos de la bendición de Abraham
3:19-29: La fe nos hace hijos de Dios en Jesucristo
Referencias cruzadas Gálatas 3:26:
Romanos 8:14-17 – Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Juan 1:12-13 – Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Juan 20:17 – Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Apocalipsis 21:7 – El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.