Me agrada pensar en Jesús como el que lleva nuestras cargas. Un pastor estaba un día mudando su biblioteca a un cuarto del primer piso de la casa. Mientras subía la escalera con una carga de libros, su hijito entró y expresó el deseo de ayudar a papá. Entonces el hombre le dijo que trajera algunos libros. Cuando se dio vuelta, vio que el niño había podido subir los escalones, y que llevaba en sus brazos el libro más voluminoso de la biblioteca. Pero no podía subir más. El libro era demasiado grande. Y el chico se sentó a llorar.
El padre se inclinó, lo levantó en sus brazos con el libro y todo, lo llevó arriba. Es lo que hará Crito si tú se lo permites. Te llevará a ti, con todas tus cargas.
«Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado» (Salmos 27:1-3)