Un relojito que acababa de ser terminado por el relojero, fue puesto en una repisa en la bodega, junto a dos relojes mayores que estaban muy ocupados marcando los segundos con su tictac.
-Bien- dijo uno de los relojes al recién llegado-. De modo que te has iniciado en este trabajo.
Lo siento por ti. Ahora estás dando tu tictac con mucho entusiasmo, pero ya te cansarás cuando hayas marcado treinta y tres millones de tic tacs.
-¡Treinta y tres millones de tic tacs!- dijo asustado el relojito- ¡Yo jamás podré hacer eso!
E inmediatamente se detuvo desesperado.
-No seas necio- le dijo el otro reloj en ese momento-. ¿Por qué prestas oídos a tales palabras? La cosa no es así.
Lo único que tienes que hacer, es dar un tictac en este momento. Eso es fácil, ¿verdad? En seguida das otro, lo que es tan fácil como el anterior, y así sucesivamente.
-¡Ah! Eso es todo -gritó el relojito-, se hace fácilmente, así que ¡aquí voy!
Y comenzó con nuevo entusiasmo a hacer un tictac a la vez sin pensar en los meses, ni en los millones.
Al final de un año, había hecho 33, 000,000 de vibraciones sin darse cuenta de ello.
¡Ojalá las personas quisieran vivir solamente el momento que les corresponde y no el año completo!
En el Padre Nuestro se pide por el día. “Basta al día su afán”, dice el Señor. Y la promesa que no se ha agotado en cuatro mil años dice: “Como tus días será tu fortaleza.”
¿Por qué te afanas hoy por el mañana? Tu corazón hoy llenas de pesar. Conoce tus pruebas, Tus cargas Él lleva; Si Dios tiene cuidado de las aves, De ti sin duda ha de cuidar.
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestras vidas, Mateo 6:25