«Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré» (Lamentaciones 3:22-24)
Un afamado escritor tenía una definición muy humana de la misericordia y puedo decir muy comprensible; de ella decía: “La misericordia es esa capacidad a veces fatal de ponernos en el lugar de otros. Es el conocimiento de que nunca podría haber alguna paz o alegría para mí, si no hay paz y alegría para ti también.”
Supongo que su expresión de fatal para la misericordia, quiere decir, que ponernos en el lugar de otros puede hacernos sentir de alguna manera sus penas, hacernos conscientes de sus angustias y carencias y de ello tener tambien nosotros un profundo malestar. Sin embargo creo que la misericordia nunca es fatal, si la observamos con la sabiduría con la que la practica nuestro Señor.
Servimos a Dios y Él conoce lo que es caminar con nuestros zapatos. Seguimos a Cristo, quien nos mira con misericordia y nos dice “Vayan en Paz”. Y finalmente nos regocijamos y llenamos de alegría al aceptar al Señor y llenarnos de su espíritu.
¿Estarías dispuesto a aceptar la misericordia que Dios te regala cada mañana? ¿Podrías compartirla con otros a tu alrededor?. La palabra del Señor nos insta al perdón, a la comunión fraternal, para el crecimiento en fe y maduración en caracter; nos invita a compartir, la misericordia que nos brinda cada día, con cada uno de nuestros hermanos. Como dicta la palabra en efesios 4:32: «Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo»
Vayamos entonces, adelante, respirando y compartiendo la misericordia del Señor. Recordemos que la mejor muestra de misericordia nos la ofrece Él mismo, quien ha decidido estar con nosotros, compartir nuestro dolor y nuestra angustia, y por encima de todas las cosas acompañarnos con su presencia y cuidado siempre: «Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso» (Lucas 6:36)
Palabra diaria: Señor, tu fidelidad es mayor de lo que puedo pensar y comprender. Permíteme verme hoy como sólo Tú me ves y renueva mi espíritu en tu compasión inagotable y amor.