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Examinemos nuestro corazón, examinemos nuestro ritmo de vida, veamos que cosas son las que nos están provocando este estancamiento y luchemos en contra de ello, para no ser del montón, sino que ser hijos e hijas del Señor que anhelan hacer su voluntad.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmos 51:10)