Había una vez un viajero, que caminaba por el desierto cuando llega al borde de un cañón. Buscando la manera de cruzarlo, se da cuenta que hay una larga cuerda extendida hacia el otro lado. Mientras sus ojos empiezan a seguir la cuerda hacia la otra orilla; se queda atónito al ver a un hombre caminando hacia él, confiadamente conduciendo una carretilla. Al llegar a la orilla de su lado, el viajero exclama:
—¡Eso es asombroso!
El hombre de la carretilla le pregunta:
—¿Crees que lo pueda volver hacer?
—Estoy seguro que sí, contesta el viajero. —Si lo has hecho con tanta confianza.
—¿En verdad crees que sí lo puedo volver hacer?
—Sí, definitivamente sí.
—Muy bien, de acuerdo, dijo el hombre de la carretilla, —Súbete y te llevo al otro lado.
La mayoría de las veces nuestra falta de fe limita nuestras posibilidades.
La fe es creer lo suficiente para actuar. Lo que sucede es que a la hora de la verdad nos da miedo dar el paso y por consiguiente nos paralizamos.
Es por eso que el miedo siempre es derrotado por la fe.
Como puedes ver, La fe y la valentía van de la mano.
Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, Dios estará contigo. (Josué 1:9)