Palabra:
Y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. (Éxodo 2:23)
Cada vez que se presentan dificultades, hay dos maneras diferentes de responder: a la manera de Dios, o a nuestra manera. Moisés es ejemplo de un hombre que, en ocasiones diferentes, probó ambas opciones. En el pasaje de hoy, vemos lo que sucedió cuando tomó el asunto en sus propias manos. Aunque su deseo era aliviar el sufrimiento de su pueblo, utilizó las vías incorrectas. Moisés cometió tres errores:
Se centró en la dificultad, no en el Señor. ¿Cuántas veces usted y yo hemos hecho lo mismo? La injusticia o dolor de una situación se apodera de nuestra atención, y en la búsqueda de una solución nos olvidamos de nuestro Dios todopoderoso.
Confió en su propia fuerza y en su juicio. Cuando surge un problema, la respuesta más natural es hacer lo que podamos para solucionarlo.
Actuó impulsivamente en vez de esperar en el Señor. Si una situación nos parece urgente, es probable que nuestra prioridad sea solucionar el problema lo más rápido posible.
La manera nuestra puede parecer muy lógica en el momento, pero consideremos qué tan eficiente fue Moisés en el logro de su objetivo. Un egipcio fue asesinado, pero el pueblo hebreo no fue liberado. Moisés fue malentendido por quienes trató de ayudar, y su vida tomó un giro inesperado en el desierto durante 40 largos años.
Todos hemos seguido el ejemplo de Moisés en algún momento, y sufrido las consecuencias de la autoconfianza. Pero Dios no rechazó a Moisés ni anuló los planes que tenía para él. En vez de eso, depuró el carácter del futuro líder por medio de pruebas, y le dio otra oportunidad. ¿No cree usted que el Señor hará lo mismo con nosotros? Todos hemos seguido el ejemplo de Moisés en algún momento, y sufrido las consecuencias de la autoconfianza.
Palabra Diaria: Señor, que la prisa por superar una prueba no me nuble de aceptar Tu consejo y excederme en la autoconfianza. Que espere siempre en Tu guía infalible.