Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra. (Marcos 4:26)
Jesús comparó el reino de Dios con la siembra y la cosecha. Es un concepto fácil, uno que todos podemos entender. Entonces ¿por qué no estamos todos recogiendo una cosecha abundante cada temporada? Porque estamos sin hacer nada, esperando que Dios haga todo el trabajo.
Primero, usted debe sembrar por fe la semilla de la Palabra con la esperanza de que crezca. Debe encontrar las preciosas promesas de Dios en su Palabra y sembrarlas en su corazón y en su vida.
Luego, debe regar la semilla. Riéguela todos los días con la alabanza y con el agua espiritual de la Palabra. Esa Palabra contiene vida y esas semillas de promesas no podrán crecer sin ella.
Y por último, tiene que deshacerse de la mala hierba. Cuando la mala hierba del rencor, la duda, el temor, el desaliento quieran entrar, deshágase de ellas para que no ahoguen la Palabra.
Eso va a requerir que usted sea diligente. Nadie más lo hará por usted. Es necesario que deshierbe su propia cosecha. Tendrá que ser muy firme para esto. Cuando la mala hierba empiece a salir, ¡mátela! No le dé lugar en su campo ni por un momento, desarráiguela y riéguela con la Palabra. No se conforme con una flor silvestre cuando usted puede tener lo mejor de lo mejor de Dios.
No se quede con los brazos cruzados esperando que Dios planee la cosecha suya. Empiece usted a sembrarla. Empiece a vigilar su tierra (su corazón y su mente) para mantenerla húmeda con el agua de la Palabra y libre de mala hierva. Comprométase a hacer su parte y confíe en que Dios hará la de Él; y usted tendrá una cosecha abundante esta temporada.
Palabra Diaria: Señor, que no me quede de brazos cruzados esperando Tus bendiciones, sino que pueda ir a buscarlas, siendo ejemplo de Tu palabra, glorificándote y siguiendo Tu voluntad.