Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. (Efesios 1:3)
Algunas personas no creen que Jesucristo de verdad tenga el control de sus vidas y de sus circunstancias. Se enteran de las tragedias en el mundo, y piensan que Él no es lo suficientemente poderoso para vencer todos los males. O se topan con lo que parecen ser obstáculos insalvables en sus vidas, y llegan a la conclusión de que, quizás, el poder de Dios es limitado.
No entendemos todo lo que sucede en esta vida, pero sabemos por las Sagradas Escrituras que Dios tiene la autoridad final: “El Señor estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos” (Sal 103.19).
Pensemos en las implicaciones de largo alcance de estas palabras. El Señor tiene el control total en todo el universo; reina sobre todo lo que existe, y su poder es mayor que cualquier otro poder. Para describir a Dios se usan con frecuencia los términos omnipotente, omnipresente y omnisciente. Es decir, nuestro Dios es todopoderoso, está en todas partes, y lo sabe todo. Significa que no hay nada más allá de su conocimiento o de su capacidad para dirigir y controlar.
Y este Dios sin límites, insondable, libre y totalmente en control, nos adopta como hijos suyos. ¡Qué realidad tan maravillosa! Al entender esta verdad, la paz y el descanso inundarán nuestras almas eternamente.
Si usted cree que Dios es todopoderoso, ¿es eso solo “conocimiento intelectual”, o afecta su manera de pensar y sentir? Cuando entendemos que nada sucede sin el conocimiento, dirección y misericordioso propósito de Dios, podemos dejar nuestras preocupaciones y temores, y experimentar en verdad su paz.
Palabra diaria: Señor, gracias por el privilegio de contar con Tu compañía, Tu protección y Tu cuidado en cada paso que doy. Estaré en paz, sabiendo que todo cuanto sucede en vida, esta bajo Tu conocimiento y dirección.