Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. (Juan 10:26-29)
De niño en la escuela, una de las primeras normas que aprendí fue que para una buena comunicación era necesario saber escuchar. Ya de adulto, comprendí también, que no solo es importante para comunicarse efectivamente, sino para tener relaciones productivas y duraderas.
Escuchar, es clave para caminar a diario junto al Señor. ¿Cómo obedecerle, como recibir su gracia, como ser objeto de su misericordia y paz si no podemos escucharle antes?
El primer paso es agudizar nuestra percepción de aquello que nos rodea y estar atentos a la maravillosa forma en que Dios expresa su perfecta creatividad. Prepárate hoy para escuchar la voz del Señor, porque podría estar hablándote, a través de una oración, una canción, una palabra o mediante otras personas, y más importante a través de una escritura que llegué a ti, en un momento en el que seguro la necesitabas.
¿Estás listo para escuchar al Señor? Él quiere llamar tu atención y hablarte, no sobre lo mismo que pudieras desear, no de lo que anhelas según tus conceptos, sino de lo que verdaderamente necesitas en ese momento que atraviesas.
Hazte presto cada día para oír su voz, porque aquellos dispuestos a escucharle, no se alejarán de su presencia jamás y se fortalecerán continuamente en su fe: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17)
Palabra diaria: Señor, pon en mi mente y corazón la atención para escuchar Tu voz que cada día intenta alcanzarme. Abre mis oídos y mi corazón de forma que pueda entender la forma en que me hablas y descubrir los caminos por los que me guías hacia el bien.