Guerrero de Dios: Atravesando los valles de la vida

Publicado por

Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Salmos 23:4

Donde hay montañas, también tiene que haber valles; es un simple hecho del mundo creado. Lo mismo ocurre en nuestra vida espiritual. Para llegar al lugar al que Dios nos está guiando, a veces debemos atravesar “el valle de sombra de muerte” (Sal 23.4).

Las cimas espirituales son lugares maravillosos para descansar, pero es en los valles donde a menudo descubrimos la fidelidad de Dios, la verdad de sus promesas y nuestra propia debilidad. Los valles revelan aquello en lo que hemos estado confiando en vez de confiar en Dios. Es entonces cuando descubrimos que la fe, la valentía y la sabiduría están arraigadas en el Señor.

Aunque caminar por los valles es una parte inevitable y difícil de la vida, el versículo 5 dice: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Estas palabras se refieren a la satisfacción de nuestras necesidades, entre ellas el deseo de ser aliviados. En la imagen de David de un tierno pastor untando con aceite la piel raspada de un animal, Dios nos promete seguridad, sanidad y protección en las dificultades.

Enfrentar las sombras es una tarea difícil y aterradora. Pero cuando nos rendimos al Señor, podemos descansar en su poder y su consuelo.

Señor, gracias porque no importa cuán oscuro sea el valle por el que atraviese, tú caminas conmigo. Tu vara y tu cayado me infunden aliento, y en tu presencia encuentro seguridad. Ayúdame a confiar en tu fidelidad incluso en los momentos más difíciles, sabiendo que siempre satisfaces mis necesidades y que tu amor me sostiene. Derrama tu aceite de sanidad sobre mi vida, y permite que mi copa rebose de tu paz y de tu gozo, aun en medio de las pruebas. Rindo a ti mis temores y descanso en el consuelo de tus promesas eternas. En el nombre de Jesús, amén.