Guerrero de Dios: Cómo enfrentar la adversidad

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Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:10

Si usted alguna vez ha tenido una astilla en el dedo o una piedrita en el zapato, sabe lo molesto que puede ser el dolor. No todos nuestros problemas son tan pequeños ni se quitan tan fácilmente. A veces nos acompañan por años y pueden parecer insoportables. Es posible que las circunstancias no estén bajo nuestro control, pero nuestra respuesta sí. Podemos angustiarnos y alejarnos de Dios, o podemos confiar en Él.

Pablo tenía un “aguijón” (o astilla) en su vida. No se nos dice qué (o quién) era la dolorosa molestia, pero ella lo atormentaba y humillaba. Oró tres veces para que le fuera quitada, pero Dios solo le prometió gracia para que su poder se perfeccionara en la debilidad.

Cuando nos faltan las fuerzas, comenzamos a descubrir que podemos hacer frente a las dificultades y el dolor porque el Todopoderoso está con nosotros, prometiéndonos que “esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17). En el sufrimiento, nos acercamos más a Dios, y “la paciencia [tiene] su obra completa, para que [seamos] perfectos y cabales, sin que [nos] falte cosa alguna” (Stg 1.4).

Pablo aceptó bien esa respuesta, pues se regocijaba en su debilidad ya que había aprendido el secreto del contentamiento: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4.12, 13).

Señor, en medio de mis debilidades, afrentas y necesidades, ayúdame a encontrar gozo en Ti. Reconozco que, aunque me sienta débil, en Ti encuentro fortaleza y propósito. Gracias por tu gracia, que es suficiente para sostenerme incluso en los momentos más difíciles. Enséñame a confiar plenamente en tu poder y a aceptar que tus planes son perfectos, incluso cuando no los entiendo. Que mi sufrimiento produzca en mí una fe más firme y una paciencia completa. En todo, quiero glorificarte y depender de tu fuerza para superar cualquier prueba. En el nombre de Cristo Jesús, amén.