Guerrero de Dios: Conocer Su voluntad

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Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. Efesios 4:14

¿Alguna vez se ha metido usted en el carril izquierdo de la autopista para ir un poco más rápido y termina atrapado en un tráfico aún más lento, sintiéndose frustrado y molesto?

A veces queremos tratar nuestro crecimiento espiritual de esa manera, saltando a ese carril rápido para “adelantarnos” a todos los demás y llegar a nuestro destino lo más pronto posible. Pensamos que leyendo un libro específico u orando de cierta manera, creceremos más rápido. Pero entonces llegan las pruebas de la vida, y sin una base sólida, una que se construye con el tiempo y la diligencia, nos sentimos abrumados y desilusionados.

En un mundo acelerado, recuerde que el crecimiento lento es algo bueno. Considere el pasaje de hoy, donde Pablo describe a los creyentes como niños que deben crecer “en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Ef 4.15). No esperamos que los niños hagan todo como los adultos. Les lleva tiempo desarrollar la fuerza, la coordinación y la inteligencia necesarias para las tareas “adultas”. Cuando nos convertimos en cristianos, el proceso es similar. Nadie se convierte en un creyente maduro de la noche a la mañana, ni Dios lo espera de nosotros. Así que seamos pacientes con nosotros mismos, tomémonos el tiempo necesario para “crecer”, y celebremos cuando veamos que progresamos.

Señor, gracias porque tú no te desesperas con mi proceso. Ayúdame a comprender que el crecimiento espiritual lleva tiempo y que tu amor me acompaña en cada paso. Enséñame a ser paciente conmigo mismo, a perseverar en la fe y a mantenerme arraigado en tu Palabra. Que no busque atajos ni compare mi caminar con el de otros, sino que confíe en la obra que tú estás haciendo en mí. Fortalece mi espíritu y forma en mí el carácter de Cristo, poco a poco, día tras día. En el nombre de Jesús, amén.