Guerrero de Dios: Cuando Clamamos a Dios

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(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)

Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. (Salmos 57:1)

Cuando usted enfrenta una crisis, ¿qué es lo primero que hace? La respuesta natural es tratar de solucionar el problema con sus propias fuerzas. Sin embargo, Dios nos ofrece una manera diferente de enfrentar las dificultades.

David no fue ajeno a la presión o a las repentinas apariciones del mal. Cuando escribió el Salmo 57, enfrentaba muchas dificultades, incluyendo la persecución del rey Saúl, que quería asesinarlo (1 S 24). La respuesta del pastor de ovejas fue a clamar a Dios y refugiarse en Él hasta que su calamidad cesara.

Aprendamos del ejemplo de David, examinando sus palabras. Hoy, nos centraremos en Aquel a quien el salmista clama.

Primero, David se refiere a Dios como El Elyon, o Gobernante Supremo; Él es el Altísimo, con todo poder y sabiduría, el Único que puede ayudarnos en nuestra necesidad.

Segundo, el salmo dice que Dios es nuestro refugio. Si Él es un lugar de refugio para nuestra alma, entonces no tenemos que temer. Él ronda sobre nosotros y nos protege cuando surgen las crisis.

Tercero, el salmo expresa plena confianza de que el Todopoderoso puede realizar, y realizará, todas las cosas. Él hará lo que sea necesario para intervenir a nuestro favor y para pedir cuentas a quienes nos atacan, rodeándonos con su amor y su verdad.

Durante su tiempo en la Tierra, Jesús demostró su gran amor. Por tanto, podemos acercarnos a Él cuando nuestro corazón está atribulado. Sepa que pueda venir delante del trono de Aquel que es su poderoso protector, que tiene el poder y el deseo de llevar a cabo todo lo que usted necesite.

Palabra Diaria: Señor, que no me confunda durante una prueba e intente resolver la situación en mi propio entendimiento, sino que seas Tu con Tu sabiduría el que me guía a la salida adecuada, de acuerdo con Tu voluntad.

Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Pasaje:
Salmos 57:1
Tema del Capítulo – Salmos 57:

En el Salmo 57, el salmista, David compone una oración muy parecida a la del Salmo 46. Su oración sigue siendo una súplica de ayuda, está asustado por el número de enemigos. Por eso reza: «Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma».

El sentido de su alma es que está entre leones. Rodeado de oposición y opresión. Su actitud final es sorprendente: «Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; Cantaré, y trovaré salmos». (Salmos 57:7)

Por mucho que la adversidad intente destruir tu confianza, declara que tu corazón está firme en Dios. Pues tu corazón  cantará y adorará al Señor antes de que todo esté resuelto porque confía en la bondad de Dios.

Esquema de los Salmos 57:

57.1 – 3: Misericordia, oh Dios

57:4 – 6: En medio de los leones

57:7 – 11: Mi corazón está firme

Comentario Bíblico:
Salmos 57:1

David depende totalmente de Dios. Los creyentes más eminentes deben repetir frecuentemente la oración del publicano: «Dios, sé propicio a mí, pecador». Pero si nuestras almas confían en el Señor, eso nos asegura, cuando estamos en peligro extremo, que nuestras calamidades serán superadas, y mientras tanto, por la fe y la oración debemos refugiarnos en Él. Aunque Dios es el Altísimo, condesciende al punto de preocuparse que todas las cosas ayuden a bien a su pueblo. Esta es una buena razón de por qué debemos orar fervorosamente. Adonde quiera que miremos en esta tierra, el refugio falla, y no hay ayuda, pero podemos esperarla del cielo. Si hemos huido de la ira venidera a Jesucristo, el que hizo todo lo necesario para comprar la salvación de su pueblo, hará por nosotros y en nosotros todas las cosas necesarias para que las disfrutemos. Hizo que David se desanimara pensando que habría quienes le tenían muy mala voluntad. Pero la maldad que ellos maquinaron en su contra, se volvió contra ellos mismos. Cuando estaba en la mayor angustia y desgracia, David no oró: Señor, exáltame, sino, Señor, exalta tu nombre. Nuestro mejor aliento al orar lo tomamos de la gloria de Dios, y en todas nuestras peticiones de misericordia debemos considerar eso más que nuestro propio consuelo.