Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. Éxodo 3:12
Cuando Moisés se enteró de que él sería quien sacaría a los esclavos hebreos de la esclavitud egipcia, reaccionó con las siguientes palabras: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón?” (Ex 3.11). Pero Dios le aseguró: “Yo estaré contigo” (Ex 3.12). La presencia de Dios fue una parte clave del proceso de capacitación de Moisés como líder. Dicha respuesta es la misma que nos da a los creyentes hoy en día. Podemos aceptar con confianza la responsabilidad que Él nos da —sin importar nuestro rol— pues ha prometido estar con nosotros siempre (Mt 28.20).
Pero Moisés se preguntó si el pueblo hebreo lo escucharía. Llevaba mucho tiempo fuera de Egipto y su última interacción con los israelitas había sido negativa (Ex 2.11-14). ¿Qué tipo de influencia podría tener? Dios respondió que la única credencial que Moisés necesitaba darles era que había sido enviado por Dios: el YO SOY (Ex 3.14). Además, le dio a Moisés un ayudante: su hermano Aarón.
Cuando el Señor nos encomienda una tarea, nos otorgará la autoridad espiritual que necesitamos para llevarla a cabo, y nos proveerá de personas que nos ayuden. Dios ha prometido capacitarnos para su obra. ¿Cómo reacciona usted cuando Dios le pide que le sirva?
Señor, cuando me llames a servir, ayúdame a recordar que no depende de mi fuerza, sino de tu presencia y poder. Capacítame con la autoridad y los recursos que necesito para cumplir tu voluntad. Que mi respuesta siempre sea de obediencia y confianza en ti. En El Nombre de Jesús, Amén.