El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13.4-7
Perdonar a quienes nos han hecho daño es una orden difícil de cumplir. Naturalmente, queremos arremeter contra quienes nos lastiman. En lugar de dejar ir el agravio, devolvemos el maltrato, revivimos el dolor y avivamos la ira. ¿No se alegra usted de que Dios no haga eso con nosotros? Nunca somos más como Cristo que cuando perdonamos.
Primera a los Corintios 13 es conocido como el capítulo del amor, pero ¿sabía usted que las descripciones del amor en el versículo 5 también se relacionan con el perdón?
EL AMOR NO BUSCA LO SUYO. Cuando hemos sido agraviados, queremos hacer uso de nuestro derecho, pero el amor de Dios busca lo mejor para la otra persona.
EL AMOR NO SE IRRITA. Depende de nosotros si pasamos por alto la ofensa en vez de reaccionar con ira (Pr 19.11). “El amor cubrirá multitud de pecados” (1 P 4.8), pero la ira y el resentimiento empeoran el problema.
EL AMOR NO GUARDA RENCOR. Mantener una lista de rencores destruye las relaciones, pero el perdón trae sanidad y la posibilidad de restauración.
Las personas a veces nos agraviarán. Pero si nos sometemos al Espíritu Santo, podemos tener un corazón apacible que no guarda rencor fácilmente, ni se carga con rencores.
Señor, gracias por tu amor incondicional y tu inmensa misericordia hacia mí. Ayúdame a reflejar ese mismo amor en mis relaciones, aprendiendo a perdonar de corazón a quienes me han herido. Límpiame de la amargura, la ira y el resentimiento que puedan haberse acumulado en mi interior. Enséñame a no buscar lo mío ni a guardar rencor, sino a cubrir las ofensas con tu amor que todo lo soporta y todo lo espera. Que tu Espíritu Santo me guíe a vivir en la gracia y el perdón que Tú me has dado. En el nombre de Jesús, amén.