Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Lucas 15:31-32
Cuando insistimos en seguir nuestro camino, Dios lo permitirá, como hizo el padre de la parábola del hijo pródigo. Nuestro Padre celestial no nos obligará a quedarnos con Él. Entonces, ¿qué sucede si nos salimos del plan de Dios?
NUESTRA COMUNIÓN CON EL PADRE SE VE SIGNIFICATIVAMENTE AFECTADA. El hijo pródigo ya no estaba en contacto con su padre; su relación no era tan importante para él como había sido antes. Si nos alejamos del Señor, también experimentaremos la desconexión con nuestro Padre celestial.
NUESTROS RECURSOS —TIEMPO, TALENTO Y BIENES— SE DESPERDICIAN. El hijo rebelde malgastó su dinero en cosas frívolas y terminó peor que los jornaleros de la casa de su padre. De la misma manera, Dios nos da dones espirituales, recursos y guía para edificar su reino, pero al enfocarnos en nuestro plan desperdiciamos lo que Él nos ha dado.
NUESTRAS NECESIDADES MÁS PROFUNDAS QUEDAN INSATISFECHAS. Perseguir sueños que no se alinean con la voluntad de Dios conduce al descontento. Solo en Cristo podemos encontrar verdadera satisfacción.
Las malas decisiones tienen consecuencias, pero no tienen por qué dictar nuestro futuro. Nuestro Padre celestial nunca abandona a sus hijos. Nos dará la bienvenida con gran alegría y amor cuando nos volvamos a Él.
Señor, gracias por tu amor incondicional que siempre está dispuesto a recibirnos, aún cuando nos alejamos de ti. Perdona mis malas decisiones y enséñame a seguir tu plan perfecto, sin desviar mi corazón hacia caminos que no te honran. Ayúdame a valorar cada recurso que has puesto en mis manos para tu gloria, y a mantenerme cerca de ti, buscando siempre tu voluntad. Que en ti encuentre la verdadera satisfacción y propósito para mi vida. Gracias por tu misericordia y por la promesa de restauración cuando regreso a ti. En el nombre de Jesús, amén.