Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Lucas 15:18-19
La manera en que pensamos determina cómo nos comportaremos; por dicha razón, debemos aprender a pensar en cuanto a nosotros mismos de la manera en que Dios lo hace: como nuevas criaturas que ya no estamos bajo el dominio del pecado. Podemos ser “más que vencedores” a pesar de nuestros pecados del pasado (Ro 8.37).
Debemos reconocer las mentiras del enemigo y contraatacar con la verdad de Dios, que declara que el Espíritu de Cristo es mayor que Satanás (1 Jn 4.4). Debemos enfocar nuestra mente en lo que importa espiritualmente (Fil 4.8), y así aprenderemos a distinguir entre lo que nos conviene como creyentes y lo que no. Por último, debemos elegir lo bueno y rechazar lo malo. Cuanto más tiempo seamos guiados por el Espíritu Santo, más sensibles nos volveremos a sus advertencias. Y además, estaremos mejor preparados para ganar la batalla en defensa de nuestra mente.
La vida llena del Espíritu comienza con el regalo del Espíritu Santo a toda persona que recibe a Cristo como Salvador. Cuando decidimos ponernos bajo el control del Espíritu, su poder divino se libera en nuestra vida. Por ello, ser diligente es necesario para resistir la tentación y mantenernos entregados a Dios. Por tanto, cambie su “mente independiente” y experimente las victorias de quienes tienen la llenura del Espíritu.
Señor, vengo ante ti reconociendo que muchas veces he dejado que mis pensamientos me alejen de tu voluntad. Ayúdame a renovar mi mente conforme a tu verdad, para vivir como esa nueva criatura que soy en Cristo. Te pido que tu Espíritu Santo guíe mis pasos y fortalezca mi corazón para resistir las mentiras del enemigo. Enséñame a elegir lo bueno, a enfocarme en lo que es puro y agradable a ti, y a vivir cada día bajo tu control. En el nombre de Jesús, amén.