Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. 1 Reyes 17:1
Elías tenía un mensaje que entregar al rey Acab que trastornaría en breve la vida en toda la región. Lo primero que pensó el malvado rey al encontrarse con el profeta fue: «¡Qué descarado! ¿Quién se cree este tipo que es?».
Elías era un hombre de gran fe que creyó en lo que Dios le dijo. Pasaba tiempo a solas con Él y escuchaba con mucha atención sus palabras. Y el profeta podía hablar con autoridad porque conocía y confiaba en Aquel que le dio el mensaje.
Dios ya no nos habla de la misma manera que hablaba a los profetas del Antiguo Testamento, pero el proceso de recibir su mensaje no ha cambiado. Comienza estando a solas en su presencia y escuchando mientras habla a través de su Palabra. Pero eso no debe terminar ahí.
Los profetas tenían la responsabilidad de decir a la gente lo que el Señor les revelaba. Del mismo modo, nosotros debemos compartir con otros lo que aprendemos de la Palabra de Dios. El Padre celestial nos revela sus tesoros para que podamos compartirlos con los demás.
Comience cada día estando a solas con Dios en su Palabra y en oración, escuchando mientras Él le habla a su corazón. Crea lo que Él dice en las Sagradas Escrituras, aplíquelo a su vida y luego comparta con otros lo que Él le ha revelado. Sea valiente y recuerde que la autoridad de su mensaje viene de Él.
Señor, gracias por hablarme a través de Tu Palabra y por revelarme Tu verdad. Ayúdame a apartar tiempo cada día para estar en Tu presencia, escucharte con atención y recibir lo que quieres enseñarme. Fortalece mi fe, como lo hiciste con Elías, para creer en todo lo que me dices y vivir conforme a Tu voluntad. Dame el valor y la sabiduría necesarios para compartir Tu mensaje con los demás, confiando en que la autoridad viene de Ti. En el nombre de Jesús, amén.