Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Hebreos 10:22-23
La gente va y viene, y cada temporada da paso a la siguiente; el cambio continuo es normal. Este no es el caso con Dios, que es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He 13.8). Podemos depender por completo de la firmeza del Señor porque Él es:
OMNISCIENTE. Nuestro Padre sabe lo que le está sucediendo a cada persona en cada momento (Pr 15.3). Su conocimiento es pleno: ninguna circunstancia es desconocida para Él; no hay motivo o proceso de pensamiento que Él no discierna.
OMNIPOTENTE. Dios tiene poder sobre todas las cosas; nada está fuera de su control. Ninguna autoridad en el cielo o en la Tierra puede frustrar sus propósitos (Job 42.2).
OMNIPRESENTE. No hay persona, lugar o cosa en toda la creación que esté fuera de la presencia del Señor (Sal 139.7-12). Todo —espacio y tiempo— está a su vista.
Además de estos maravillosos atributos, Dios siempre dice la verdad (Tit 1.2). Podemos confiar en la fiabilidad de su Palabra y en sus respuestas a nuestras oraciones.
Debido a que el carácter de Dios no se ve afectado por el tiempo, el lugar, las personas o las circunstancias, Él es más digno de confianza que incluso nuestro amigo más cercano. Cuando nuestros planes hayan fracasado y la gente nos haya decepcionado, Él siempre está a nuestro lado. Durante todos nuestros días, Dios es Aquel con quien podemos contar.
Señor eterno y fiel, gracias porque nunca cambias y siempre estás presente en mi vida. Tu conocimiento perfecto, tu poder infinito y tu constante presencia me llenan de confianza y esperanza. Ayúdame a depender de ti en todo momento, especialmente cuando las circunstancias parezcan inciertas o difíciles. Enséñame a buscar tu guía y a confiar en tus promesas, sabiendo que siempre cumples tu palabra. Renueva mi fe cada día para caminar contigo con seguridad y paz. En el nombre de Jesús, amén.