Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Lucas 6:29-31
El pasaje de hoy contiene un versículo que confunde a muchos cristianos: “Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra” (Lc 6.29). ¿Debemos ignorar a alguien que nos golpee física o emocionalmente? No. Pero tampoco debemos “[devolver] mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan” (1 P 3.9 NVI).
Juan 18.21-23 ofrece algunas ideas sobre cómo aplicar estas instrucciones. Cuando el Señor Jesús era interrogado por el sumo sacerdote y le dio una respuesta “no satisfactoria”, uno de los guardias lo golpeó en la cara. En lugar de ofrecer la otra mejilla para ser abofeteado, el Señor desafió con calma la acción injusta del hombre. No se defendió ni tomó represalias, pero del mismo modo se negó a aceptar el maltrato sin cuestionarlo, aunque sabía que recibiría más.
¿Cómo podemos seguir el ejemplo del Señor Jesús? ¿Qué es una respuesta justa? Todo depende de la situación. Es posible que debamos ignorar las acciones de la otra persona, alejarnos del abuso o confrontarla. La única manera de saber cuál es la opción más respetuosa y cristiana en cada circunstancia es someterse a la sabiduría del Espíritu Santo.
No es fácil poner la otra mejilla, pero tenemos un Acompañante que nos ayuda a descubrir cómo hacerlo. Tómese un momento para pedir al Espíritu Santo que le guíe.
Señor amado, gracias por enseñarnos el camino de la mansedumbre y la sabiduría a través del ejemplo de tu Hijo Jesucristo. Ayúdame a responder al mal con gracia y a enfrentar las injusticias con calma y confianza en tu dirección. Dame discernimiento para saber cuándo hablar y cuándo guardar silencio, y fuerza para actuar conforme a tu voluntad. Que tu Espíritu Santo me guíe en cada situación, permitiéndome reflejar tu amor y tu justicia. En el nombre de Jesús, amén.