En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación. Él solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho. Salmo 62:1-2
Dios nos habla y ayer aprendimos lo importante que es escucharlo. Pero como todos sabemos, la suya no es la única voz que existe. ¿Significa esto que nunca debemos escuchar a quienes nos rodean? Por supuesto que no, en especial cuando las voces pertenecen a hombres y mujeres de fe que el Señor pone en nuestro camino. Pero con tantos mensajes compitiendo por muestra atención, debemos tratar de escuchar el consejo de las Sagradas Escrituras y estar atentos a los impulsos del Espíritu Santo por encima de todo. Y luego debemos obedecer a Dios. En la medida en que lo hagamos, nuestra vida será diferente a la de los demás.
A veces, el temor al fracaso puede desanimarnos de hacer las cosas a la manera de Dios. Pero, en última instancia, debemos preguntarnos si vamos a escucharlo a Él o al mundo. Recuerde que usted nunca tiene que temer al fracaso cuando obedece al Señor. Él interviene en tiempos difíciles, y promete actuar a favor de quienes esperan en Él (cf. Is 64.4).
Mantenerse firme requiere valentía. Por eso, Pablo dijo: “Fortaleceos en el Señor” (Ef 6.10). Toda la presión del mundo no puede hacerle ceder cuando confía en la Roca sobre la que se encuentra. ¿Está escuchando al Señor y obedeciéndolo?
Señor, en ti encuentro mi fortaleza y mi refugio. Ayúdame a escuchar tu voz por encima de todo y a seguir tus caminos con valentía y fe. Que tu Espíritu Santo me guíe a discernir lo verdadero y me dé la confianza de obedecerte en cada paso. Enséñame a depender de ti como mi Roca, a confiar en tu plan y a caminar en tu paz. Gracias por ser mi salvación y mi refugio seguro. En El Nombre de Jesús, Amén.