De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino. Mateo 16:28
Las palabras de Cristo en el pasaje de hoy suenan demasiado buenas para creerlas. Dijo que el reino de los cielos estaba cerca y prometió que “algunos de los que están aquí” lo verían. Pero el día siguiente —y los cinco posteriores— fueron días normales en el mismo mundo de oscuridad.
Pero el sexto día, Pedro, Jacobo y Juan estaban con el Señor en lo que ahora llamamos la Transfiguración. Y ¡qué cosa tan asombrosa presenciaron! Cuando la apariencia de su Maestro cambió, vieron su rostro resplandeciente “como el sol” y sus ropas de un blanco luminoso.
Al día siguiente, los tres discípulos se despertaron como de costumbre en el mundo que siempre habían conocido, pero eran diferentes. Habían visto el reino prometido. Y llevaron ese recuerdo esperanzador durante el resto de sus días, viviendo a la luz del reino que el Señor había revelado.
En sus epístolas, Pedro escribió acerca de esa esperanza en el Rey y en su reino venidero. Dijo que él, Santiago y Juan habían “visto con [sus] propios ojos su majestad” (2 P 1.16). Creyó en lo que vio y confió en que las promesas del Señor eran “una antorcha que alumbra en lugar oscuro” (2 P 1.19).
Hoy, la Transfiguración nos ofrece la misma esperanza. Ya que la majestad del Rey también nos ha sido revelada, podemos sobreponernos y vivir en la luz del reino venidero.
Señor, gracias por revelar Tu gloria en la Transfiguración y darnos un destello de Tu majestad y del reino venidero. Ayúdame a vivir con esperanza, recordando que Tu promesa es segura y que un día todas las tinieblas serán disipadas por Tu luz eterna. Fortalece mi fe para caminar en la certeza de Tu reino, y que mi vida refleje Tu gloria y majestad ante quienes me rodean. Que mi esperanza en Ti sea mi guía en los días oscuros. En El Nombre de Jesús, Amén.