¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. 2 Crónicas 20:12
Los cristianos modernos pueden aprender mucho de las oraciones escritas en el Antiguo Testamento. Las personas que oraron en la Biblia fueron testigos de primera mano del poder maravilloso de Dios, y dicho poder todavía sigue disponible para nosotros.
Echemos un vistazo a Josafat. En su oración no solo le pedía al Señor que saciara sus necesidades, sino que también proclamaba la grandeza de Dios. Al orar: “¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?” (2 Cr 20.6), Josafat alababa a Dios y al mismo tiempo se recordaba la grandeza del Señor.
Del mismo modo, en nuestras oraciones debemos reconocer quién es Dios. Mientras Josafat clamaba a Dios por su terrible situación, también exaltaba los atributos de Dios y reconocía las grandes cosas que había hecho en el pasado. Por eso es tan importante conocer la Palabra de Dios. Leer acerca de cómo Él ha obrado en la vida de otros nos ayuda a comprender la inmensidad de su poder.
¿Quiere usted revolucionar su vida de oración? Al orar, recuerde la misericordia, gracia e impresionante poder de Dios. Concéntrese tanto en Él como lo hace con sus peticiones, y su relación con el Padre se transformará.
Señor todopoderoso, me acerco a ti con un corazón lleno de confianza en tu grandeza y poder. Tú eres el Dios que gobierna sobre todas las naciones y cuyo brazo fuerte no tiene igual. Recuerdo tus obras maravillosas y tus fieles promesas, sabiendo que en ti encuentro fuerza y refugio en cada desafío. Llena mi vida con tu paz y guía, y enséñame a centrar mis oraciones en quién eres, no solo en mis necesidades. En tu nombre poderoso, amén.