Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1 Pedro 5:10
Por la gracia de Dios, hemos recibido todo lo que necesitamos para vivir en rectitud: el perdón de nuestros pecados, la paz con nuestro Creador, al Espíritu Santo en nosotros y el acceso a nuestro Padre por medio de la oración (He 4.16). Dios promete actuar a nuestro favor y satisfacer nuestras necesidades. Incluso su corrección es una expresión de amor: “Nos [disciplina] para nuestro bien, para que participemos de su santidad” (He 12.10).
Puesto que la gracia divina viene acompañada de todos esos beneficios, podemos vivir con:
SEGURIDAD. Nuestra eternidad con Dios es segura. Nada de lo que digamos o hagamos puede hacernos perder la vida eterna junto a nuestro Señor (Jn 10.28).
CONFIANZA. Dios siempre obra para llevar a cabo su voluntad buena, agradable y perfecta, y su plan no puede ser frustrado.
ESPERANZA. Un día recibiremos cuerpos resucitados, ocuparemos nuestro lugar como coherederos de Cristo y moraremos con Él para siempre.
Como seguidores de Cristo, contamos con la gracia de Dios. Su amor permanece inalterable pues no depende de nuestros esfuerzos. Es “por medio de Cristo Jesús” (1 P 5.10 NTV) que Dios es misericordioso y extiende su bondad a cada creyente.
Señor, gracias por tu amor incondicional y tus innumerables bendiciones. Te alabamos porque nos has llamado a tu gloria eterna en Cristo y nos sostienes incluso en los momentos más difíciles. Te pedimos que nos perfecciones, afirmes, fortalezcas y establezcas, conforme a tu voluntad. Ayúdanos a vivir con la seguridad de tu presencia, la confianza en tus planes perfectos y la esperanza de la gloria venidera. Gracias por tu fidelidad y por estar siempre con nosotros. En el nombre de Jesús, amén.