Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él Efesios 1:3-4
Todos enfrentamos momentos difíciles en los que podemos llegar a sentir que Dios no nos está bendiciendo. Pero incluso en medio de las dificultades, recibimos sus regalos; solo tenemos que abrir los ojos para verlos. A continuación, hay varios ejemplos de bendiciones que disfrutamos cada día:
Tenemos la seguridad de que nuestro Dios Todopoderoso nos eligió antes de la fundación del mundo y nos predestinó a ser adoptados como sus hijos (Ef 1.4, 5).
Cristo nos redimió, al salvarnos por medio de su muerte y resurrección (Ef 1.7). Como resultado, los creyentes somos perdonados y recibimos una nueva naturaleza (2 Co 5.17; 1 Jn 1.9).
El Espíritu Santo habita en todos los que confiamos en el Salvador. Nos dirige, alerta y acompaña para consolarnos y aconsejarnos. Y además, nos sella para asegurar nuestra vida eterna (Ef 1.13).
Nuestro Padre nos prepara una herencia imperecedera (1 P 1.4). Es posible que experimentemos problemas momentáneos, pero podemos esperar vivir eternamente en la presencia de Dios, donde solo hay gozo.
En medio del dolor, puede ser fácil sentir que la mano de Dios no está sobre su vida. Pero, como creyente, usted cuenta con bendiciones espirituales maravillosas en todo momento. Por tanto, dé gracias a Dios, incluso en las dificultades.
Padre celestial, te agradezco por las bendiciones que has derramado sobre mi vida, aun en medio de las dificultades. Gracias por haberme escogido desde antes de la creación del mundo y por adoptarme como tu hijo. Agradezco la redención que he recibido por medio de Cristo, quien me ha perdonado y transformado. Espíritu Santo, te doy gracias por tu guía, consuelo y la seguridad de la vida eterna. Ayúdame a mantener mis ojos abiertos a tus bendiciones, incluso en los momentos de prueba, y a darte gracias siempre, reconociendo tu fidelidad en cada aspecto de mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.