Guerrero de Dios: Las dos formas de oír

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Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres. Hechos 17:10-12

Es posible “oír” cada palabra de un sermón sin escuchar ni una sola. Esto sucede en las iglesias todas las semanas: las personas pueden estar presentes, pero sus mentes están en otra parte. De hecho, prácticamente todas las iglesias del mundo tienen dos tipos de oyentes: pasivos y activos.

Los oyentes pasivos son los que asisten a la iglesia, quizás todas las semanas, pero dejan que su mente divague durante la predicación. Observan a la gente, se fijan en cómo visten y actúan los demás, se relacionan con amigos y hacen planes para comer. No van a la iglesia para escuchar al Señor, sino por costumbre o porque el simple hecho de ir les hace sentirse mejor consigo mismos.

Los oyentes activos, en contraposición, entran en el santuario entusiasmados por lo que el Señor les va a decir. Tienen una Biblia, un cuaderno y un bolígrafo en la mano, listos para captar la esencia del mensaje. Anotan todo lo que pueden, tratando de no perderse ni un solo punto del sermón. Y mientras escuchan, se preguntan: ¿Cómo se aplica esto a mi vida?

Dios se comunica de muchas maneras, y cuando habla, debemos hacer todo lo posible por escucharlo. Por supuesto, todos tenemos días en los que estamos menos concentrados, así que si su mente divaga durante una predicación, pídale al Señor que le ayude a sintonizarse con lo que Él está diciendo.

Señor, dame un corazón atento y receptivo a tu voz. Ayúdame a ser un oyente activo que busca entender y aplicar tu Palabra en mi vida. Perdóname por las veces en que he dejado que mi mente se distraiga y no he valorado tu mensaje como debería. Espíritu Santo, guíame a escuchar con intención y a vivir conforme a tus enseñanzas. Que cada sermón, cada palabra y cada mensaje sean una oportunidad para acercarme más a ti y cumplir tu propósito. En el nombre de Jesús, amén.