Cantad a Jehová cántico nuevo; Cantad a Jehová, toda la tierra. Cantad a Jehová, bendecid su nombre; Anunciad de día en día su salvación. (Salmos 96:1-2)
En el Nuevo Testamento, la palabra luz está identificada con bondad y santidad. Oscuridad, por el contrario, se asocia frecuentemente con injusticia o mal.
El Señor Jesús se describió a sí mismo como «la luz del mundo» (Jn 9.5). Invitó a las personas a poner su confianza en Él para que pudieran llegar a ser hijos de la luz (Jn 12.36). El apóstol Juan llamó a Jesús «la luz verdadera» que alumbra a todos (Jn 1.9). Nuestro enemigo Satanás, que se disfraza como ángel de luz, ha cegado los ojos de muchos para que no reconozcan la verdad del mensaje del evangelio. Por consiguiente, se rehúsan a creer (2 Co 4.4).
La palabra luz tiene significado para los creyentes, también. Al ser salvos, somos trasladados del dominio de las tinieblas al reino de la luz (Col 1.12, 13). Al ser liberados de la esclavitud al pecado, fuimos adoptados por nuestro Padre celestial y recibimos un hogar futuro en el cielo, así como una nueva familia inmediatamente —nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Ya no estamos en tinieblas, sino que andamos en la luz del Espíritu Santo.
Ahora somos «hijos de luz» (Ef 5.8), y nuestro llamado es llevar la verdad de la salvación y la vida eterna a un mundo incrédulo. Cristo nos ha enviado a dar el mensaje del evangelio, y a experimentarlo en nuestra vida diaria.
El apóstol Pablo entendió lo que significaba llevar la luz del evangelio a otros. Se dedicó a compartir las buenas nuevas con los incrédulos, y a nutrir la fe de otros cristianos. Como Pablo, estamos llamados a ser portadores de luz a quienes nos rodean.
Palabra Diaria: Señor, dame la valentía y el buen sentido del ejemplo para en todas mis acciones representar la bondad, misericordia y amor, que sólo Tu concedes, llevando Tu luz y siendo luz de aquellos que se encuentren en la oscuridad.