“Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían. Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:13-15)
Uno de mis primeros y mejores amigos de secundaria cayó durante un tiempo considerable en una terrible adicción por los juegos de azar. Había dejado su próspero trabajo en la hacienda heredada de su padre y había gastado la mayoría de sus ahorros en los casinos. Él reconocía que no era el camino correcto pero aceptaba que no tenía la voluntad para lograr salir de ese terrible abismo. Al acercarse a Dios, pudo con el tiempo superar esos malos hábitos, pero reconoció siempre que no fue fácil ni cómodo su pasaje a la recuperación.
Existen muchos estímulos en el mundo que nos llaman, persuaden y tratan de alejarnos del propósito al que Dios nos ha llamado a vivir. Estos estímulos como el caso de mi amigo pueden invadirnos, hacernos perder el rumbo y convertirse en una lucha diaria por sobrevivir. Sólo cuando reconocemos que podemos recurrir al Señor en cada situación que enfrentemos, y aprendemos a dejar nuestros esfuerzos inútiles para depender completamente en Él, empezamos a ganar las pequeñas batallas que nos llevaran a la victoria definitiva.
En las escrituras de hoy, Jesús también fue tentado, pero pudo sobreponerse y emprender el principio de su ministerio. Por eso, sabe y se compadece de nuestras luchas y nos alienta, como lo dicta la palabra a acercarnos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16)
El Señor pone en nuestro camino personas en las que podemos ayudarnos para recuperar el rumbo, familiares, amigos, profesionales capacitados. Por ello Sea cual sea la lucha que enfrentemos, tengamos presente esto: Dios nos ama más de lo que imaginamos y es fiel para socorrernos.
Oración:
Señor, ayúdame a alejar de mi vida esas cosas que me apartan de Tú camino. Si una de ellas llegará a persuadirme, dame la fortaleza para ganar la batalla, confiando en que puedo recurrir a Ti ante cualquier circunstancia.