Guerrero de Dios: Luz en la oscuridad

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Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Gálatas 5:13-14

Ayer hablamos del incómodo tema del pecado y de cómo Cristo vino a liberarnos. Pero ¿qué impacto debería tener este hecho en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo debemos vivir a la luz de la libertad que nos ha sido dada?

El apóstol Pablo ofrece una respuesta convincente en la lectura bíblica de hoy. Dice que nuestra libertad no está destinada solo para nosotros, sino también para compartirla con el mundo. Lo hacemos sirviendo a los demás con amor, cumpliendo así lo que Cristo llamó los dos mandamientos más importantes (Mt 22.35-40).

Actuar por amor elimina la inclinación a juzgar a quienes nos rodean o, en las palabras de Pablo, a mordernos y a comernos unos a otros (cf. Ga 5.15). Una actitud dura y crítica no representa bien nuestra libertad. No hay nada persuasivo en nosotros si actuamos como personas que nunca han experimentado el amor de Cristo que todo lo puede.

Por el contrario, debemos “andar en el Espíritu” (Ga 5.16) y demostrar el fruto que se produce en nosotros cuando lo seguimos fielmente. Nuestro “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio” (Ga 5.22, 23) son como un faro en la oscuridad, y otros se sentirán atraídos por su luz.

Señor, ayúdame a vivir cada día de acuerdo con este llamado, dejando atrás cualquier juicio o crítica. Quiero servir a los demás con amor genuino y permitir que Tu Espíritu produzca en mí un carácter lleno de paz, paciencia y bondad. Que el fruto de Tu Espíritu sea visible en mi vida y se convierta en un testimonio poderoso de Tu amor. En El Nombre de Jesús, Amén.