« Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia…Por eso, hermanos, procuren fortalecer su llamado y elección. Si hacen esto, jamás caerán.» (2 Pedro 1:4,10)
Jamás caerán. Si meditas en esta frase, te darás cuenta que es una declaración sorprendente. El diablo nos ha hecho tropezar tantas veces que la mayoría de nosotros ni siquiera deseamos recordarlo.
Pero la Palabra de Dios nos dice que no es necesario tropezar. Dios dice que hay algo que nos puede mantener firmes. ¿De qué se trata? Es la diligencia.
Si no lo has hecho todavía, necesitas darte cuenta de su importancia. Debes ser consciente de que no puedes gozar de una vida de victoria sin ser diligente.
No puedes permanecer firme en la Palabra de Dios si no tomas tu Biblia durante la semana. Hacerlo sólo el domingo por la mañana no surtirá ningún efecto. Sin embargo, la mayoría de los creyentes tratan de subsistir con eso. A raíz de ello, tenemos miles de iglesias por todo el mundo, llenas de gente nacida de nuevo que no tienen suficiente fe ni para matar un mosquito. No son diligentes.
Si quieres perseverar en los días venideros, necesitarás más que la fe. Necesitarás fe madura que mueva montañas, y sólo hay una manera de adquirirla: dedicándose a la Palabra con más firmeza de lo que lo has hecho.
Hazlo. Se diligente para afirmar tu llamado y elección; y no importa lo resbaladiza que se ponga la situación, ¡jamás caerás!
Palabra diaria: Señor, ayúdame a ser diligente en Tu Palabra, es decir, para tomar, basado en ella las decisiones correctas. Luego permíteme ser persistente para actuar con rapidez y concentración, siguiendo tus mandatos. Así sé que se cumplirá la promesa de recibir la gracia que guardas para cada uno de tus hijos.