Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal (Éxodo 10:16-17)
¿Alguna vez has tratado de compartir tu fe con un amigo no creyente y él mostró desinterés u hostilidad abierta? La gente puede rechazar su preocupación por ellos e ignorar su propia necesidad de un Salvador. Sin embargo, en tiempos de crisis, le permitirán orar por ellos.
Orar se convierte en algo difícil cuando se trata de aquellos que nos han hecho daño. En el sermón de la montaña, Jesús instruyó a sus seguidores a ignorar la sabiduría de la época con respecto a sus enemigos y en su lugar practicar el amor a través de la intercesión. «Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen» (Mateo 5:43-44)
El faraón puso toda su fe en la capacidad de los sabios, hechiceros y magos para usar las artes secretas para hacer milagros. Pero cuando las plagas demostraron ser «el dedo de Dios», el faraón pidió ayuda a Moisés, el único hombre que conocía era realmente capaz de interceder.
Caminar siempre por los senderos de Dios hará, que al observar tu vida, los incrédulos tengan testimonio de que eres es una persona en la que pueden confiar cuando necesiten orar con el que realmente puede marcar la diferencia.
Palabra diaria: Señor, ayúdame a orar con poder. Aumenta mi fe al esperar Tus respuestas a mis plegarias. Oro para que todos los que me rodean puedan reconocer por mi vida que soy una persona de gran fe y poder en la oración, y que puedan confiar como yo, en Ti.