Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. (1 Corintios 13:1)
En 1 Corintios 13:1, Pablo se enfoca en lo importante que es el amor: Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido.
Pablo no dice que el don de lenguas no sea legítimo o genuino. Pero si no hay un corazón de amor detrás de ello, es sólo ruido. Como puede ver, el agua recoge el sabor de la tubería por la que fluye. Si la tubería no está limpia, el agua recoge un sabor amargo, aunque sea genuinamente agua.
Así también el don puede ser genuino, pero será más ruido que cualquier otra cosa para los corazones de las personas que lo escuchan si no está lleno de amor.
Continuemos con 1 Corintios 13:2: Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada.
Tenga en cuenta que no dijo que los dones no son nada. Los dones son genuinos. Dice que usted no es nada. Desde el punto de vista del cielo, usted se define por su carácter, no por sus logros. El mundo tiende a definir a la gente por sus logros. Sin embargo, en el cielo están definidos por su carácter.
Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. (1 Corintios 13:3)
No dice que los pobres no tendrán ganancia, pero sí que usted no tendrá provecho. Pierde su recompensa si su corazón no es correcto.
¡Procure el amor!
Señor, aparta de mi vida todo lo que me impida practicar el amor que has puesto en el corazón de Tus hijos, y que deseas que ellos profieran como testimonio de Tu gracia. Que actúe guiado por ese amor y sea yo un ejemplo de el, para cada uno de los que me rodean. En El Nombre de Jesús, Amén.