Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2 Corintios 4:16-18
El apóstol Pablo escribió a menudo acerca de la perseverancia. Si alguien demostró perseverancia, ese fue Pablo. Exhortaba a los creyentes a no cansarse de seguir a Cristo, incluso cuando fueran perseguidos. Había sido golpeado, apedreado, azotado, expulsado y abandonado. A pesar de tener mil razones para estar desanimado, sabía que su obediencia a Dios no era en vano.
Considere la impresionante cosecha que resultó de la fidelidad del apóstol. El evangelio se extendió por todo el Imperio romano, y la iglesia primitiva creció mucho más allá del mundo judío. Es más, las semillas que plantó Pablo al escribir sus epístolas han resultado en la transformación de miles de millones de vidas. ¡Y pensar que cualquier fortaleza o conocimiento que extraigamos de estas cartas es fruto de las dificultades que él soportó!
¿Se da usted cuenta del impacto que puede tener su vida? No se deje engañar por la mentira de Satanás de que su sufrimiento u obediencia no servirán de nada. Su fidelidad a Dios nunca se desperdicia. Pablo no sabía el alcance del fruto que Dios produciría por medio de su obediencia. Usted tampoco puede calcular cómo le va a utilizar el Señor. Así que no se desanime. Mantenga su enfoque en las cosas eternas, no en las dificultades de esta vida.
Señor, como el apóstol Pablo, deseo ser fiel en mi obediencia a Ti, sin desmayar ni perder el ánimo. Dame la gracia para seguir adelante, confiando en que, aunque no vea el fruto ahora, estás obrando en formas que superan mi entendimiento. Úsame para Tu propósito eterno y que mi vida sea una luz que guíe a otros hacia Tu verdad. En el nombre de Jesús, Amén.