Guerrero de Dios: Superar la falta de perdón

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Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él. Hebreos 12.14, 5

Ayer hablamos del perdón y de cómo incorporarlo a nuestras relaciones. Ahora veamos lo contrario.

La falta de perdón es la decisión deliberada de no dejar de lado el resentimiento hacia otra persona o el deseo de venganza. Lamentablemente, esta actitud es común tanto fuera como dentro de la Iglesia. Divulgan su dolor y concentran su energía en la venganza. ¡Qué desperdicio!

En Hebreos 12.14, 15, vemos una advertencia contra la “raíz de amargura” que brota y causa problemas. La amargura puede comenzar con un simple agravio por las acciones de una persona, pero luego esa pequeña semilla de resentimiento comienza a crecer. Y lo que sucede en la raíz impacta todo lo demás: si el amor y la paz son su fundamento, entonces producirá frutos apacibles y pacíficos. Si la falta de perdón es su fundamento, encontrará una cosecha de ira, malicia, hostilidad y amargura. Cuanto antes se ocupe usted de esto, menos fruto amargo arruinará su vida.

¿Cómo podemos cumplir la voluntad de Dios si albergamos un espíritu no perdonador? ¿Cómo podemos crecer en Cristo cuando dejamos voluntariamente que la amargura corroa nuestro corazón? Arranque de raíz hoy mismo la falta de perdón que haya en su vida, y ofrezca al Señor su mejor cosecha de fruto espiritual (Ga 5.22, 23).

Señor, ayúdame a desarraigar de mi corazón toda amargura y resentimiento. Dame la gracia de perdonar como Tú me has perdonado, y de vivir en paz con los demás. No permitas que el resentimiento oscurezca mi vida ni me aleje de Tu amor. Que mi corazón se llene de Tu paz y amor, para que pueda dar frutos que te honren. En El Nombre de Jesús, Amén.