Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré. Hebreos 13:5-6
El contentamiento es una cualidad que se ve en muy pocas personas hoy en día. Nuestra sociedad ofrece nuevos objetos y servicios que prometen placer, comodidad y satisfacción. Pero ningún bien material puede cumplir tales promesas a largo plazo.
El libro de Hebreos fue escrito a personas que estaban desalentadas y siendo perseguidas por su fe en Cristo. Esos creyentes enfrentaban muchas dificultades, incluso el oprobio público, el encarcelamiento y la incautación de sus propiedades (Heb 10.32-34). Sin embargo, en Hebreos 10.35, 36, el escritor los insta a perseverar porque tienen una mejor y eterna posesión que les espera en el cielo. Puede que no tuvieran riquezas tangibles o comodidades, pero en el Señor tenían todo lo que necesitaban, y Él prometió no dejarlos ni abandonarlos jamás, sin importar lo que les hicieran.
La mayoría de nosotros hoy en día tenemos mucha más riqueza material y seguridad que aquellos primeros creyentes, pero el contentamiento sigue siendo esquivo en gran medida. Eso es porque el problema tiene que ver con el corazón. Nos encanta el dinero y todo lo que proporciona. Así que, mientras el Señor “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Ti 6.17), el verdadero disfrute solo es posible cuando nuestro corazón está puesto en Él.
Señor, enséñame a encontrar contentamiento en ti y no en las cosas materiales. Ayúdame a recordar tus promesas y a confiar en que nunca me dejarás ni me abandonarás. Que mi corazón esté siempre enfocado en ti y no en las riquezas de este mundo. Permíteme vivir con gratitud y alegría, sabiendo que en ti tengo todo lo que necesito. En El Nombre de Jesús, Amén.