Guerrero de Dios: Un legado de fidelidad

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Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. 1 Pedro 1:13

El legado de los grandes hombres y mujeres de la fe, mencionados, con detalle en Hebreos 11, nos fortalece para imitarlos y andar por fe. En la lectura de hoy, Pedro nos recuerda a aquellos que escribieron las promesas de Dios para que pudiéramos escuchar las buenas nuevas. Sus palabras nos dan seguridad en cuanto al plan de salvación de Dios y aumentan nuestra esperanza.

Al igual que los creyentes recordados en Hebreos 11, los profetas del Antiguo Testamento no experimentaron el cumplimiento de todo lo que Dios prometió. Ellos “inquirieron e indagaron diligentemente” (1 P 1.10) en un intento de entender los planes de Dios, pero ninguno de ellos vivió para ver a Cristo en la carne, aquel de quien escribieron. Pedro nos dice que se percataron de que sus escritos eran para el beneficio de otros.

Los mensajes de los profetas del Antiguo Testamento prepararon el camino para que la buena noticia de Dios fuera recibida por los apóstoles y el mundo entero. Sus palabras son como árboles frutales que darán una cosecha mucho después de que las personas que los plantaron se hayan ido de esta vida.

La revelación de Dios en Cristo es completa. Pero, al igual que los profetas de la antigüedad, podemos dejar un mensaje que dé fruto para las generaciones venideras. En otras palabras, demostremos esperanza en Cristo, amemos y perdonemos.

Señor, gracias por la fe de los profetas y apóstoles, que escribieron Tu verdad sin verla cumplida en su tiempo. Ayúdame a vivir con la misma esperanza, confiando en que Tu plan es perfecto y que mi vida puede ser un testimonio para otros. Que todas mis acciones sean una muestra digna de Tu amor, dejando una huella de fe para las generaciones futuras. Fortaléceme para caminar con obediencia y gozo, sabiendo que la salvación en Cristo es mi mayor tesoro. En El Nombre de Jesús, Amén.