Guerrero de Dios: Vencedores por medio de Cristo

Publicado por

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:37-39

En tiempos de dolor y adversidad, podemos llegar a sentir que Dios nos ha abandonado. Si Él hubiera estado aquí, pensamos, ya habría hecho algo. Sin embargo, el pasaje de hoy dice que nada puede separarnos del amor de Cristo:

NI LOS ACONTECIMIENTOS. No hay ninguna circunstancia, por muy mala que sea, que pueda apartarnos del amor de Dios. De hecho, “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Ro 8.35-37), y nuestras dificultades solo ayudarán a transformarnos a la imagen de Cristo (Ro 8.29).

NI EL TIEMPO. Nada de lo que hayamos experimentado en el pasado, de lo que enfrentemos hoy o de lo que encontremos en el futuro puede separarnos de Cristo (Ro 8.37, 38). Él siempre está con nosotros (Mt 28.20).

NI LOS PODERES. Ninguna entidad maligna que intente engañarnos puede ganarle al Señor, quien nos tiene firmemente en sus manos (Ro 8.38, 39).

NINGUNA COSA CREADA. Si Dios le llama suyo, nada ni nadie —ni siquiera usted mismo— puede romper esa relación (Ro 8.39).

Las dificultades no son una indicación de que Dios se haya olvidado de nosotros; solo son parte de nuestra vida en este mundo. Recuerde que su Padre celestial está con usted incluso cuando no lo sienta. Él ha “grabado su nombre en la palma de [su] mano” (Is 49.16 NBV).

Señor, en medio de la adversidad y la incertidumbre, ayúdame a recordar que nada puede separarme de Tu amor. Ni las pruebas, ni el tiempo, ni los poderes de este mundo pueden arrancarme de Tus manos. Aun cuando no lo sienta, sé que estás conmigo, guiándome y sosteniéndome. Que mi fe se fortalezca en la certeza de Tu presencia, y que mi corazón descanse en la verdad de que soy amado por Ti eternamente. En el nombre de Jesús, Amén.