He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. (Gálatas 2:20)
Pablo dijo que había sido crucificado con Cristo. En otras palabras, tuvo que dejar de pensar en sí mismo para vivir para Dios. Y somos motivados a hacer lo mismo.
En este punto, puedes estar pensando, ¿y yo que? ¿Quién va a cuidar de mí? Esto es usualmente lo que nos impide vivir de la manera que Dios quiere que vivamos.
Es fácil pensar en lo que queremos, pensamos y sentimos, pero vivir para uno mismo es en realidad una manera frustrante y vacía de vivir. Es maravilloso cómo enfocarse en Dios y lo que podemos hacer por los demás nos libera del miedo acerca de tener lo que necesitamos o queremos.
El secreto para tener alegría es dar tu vida en lugar de quedarte con ella. Cuando te enfocas en ti y en Dios, te puede mostrar cómo vivir una vida verdaderamente significativa.
Te animo a que comiences tus días dedicándote a Dios. Cuando lo hagas, Él te ayudará fielmente a vivir una vida para Él.
Palabra Diaria: Señor, te ofrezco mis ojos, oídos, boca, manos, pies, corazón, finanzas, dones, talentos, habilidades, tiempo, energía, ¡todo de mí! No quiero vivir para mí, quiero vivir para Ti, dando mi mejor esfuerzo por glorificarte, siguiendo Tu maravillosa voluntad.