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Suba mi oración delante de ti como el incienso, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde. (Salmos 141:2)
La mejor oración no es la que dura más tiempo, tampoco es la que usa mejores palabras o frases, ni la que se hace en un lugar físico específico, sino la que lleva la única intención de encontrarse con Él.