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(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. (1 Juan 5:14)
Durante mi infancia, mi madre y yo nos mudábamos muy a menudo, pero dondequiera que viviéramos, algo seguía igual. En cada casa, ella colgaba una placa cerca de la puerta que decía lo siguiente: “La oración lo cambia todo”. Sé que ella lo creía, porque pasaba mucho tiempo hablando con el Señor.
Al escuchar nuestras peticiones, Dios responderá con toda seguridad si lo que pedimos está dentro de su voluntad (1 Jn 5.14, 15). Cuando oramos para que se haga su voluntad, nuestro corazón comienza a valorar lo que Él valora, poniéndonos en sintonía con el Espíritu Santo.
Un propósito primordial de la oración es descubrir la voluntad del Señor para nuestra vida. Cuando buscamos sus caminos, Él trabaja en nuestros corazones y mentes para guiarnos con su Palabra y desarrollar nuestro entendimiento de la situación. Entonces nuestros ojos se abren a su perspectiva para que podamos orar de acuerdo con su voluntad. Y cuando oramos para que su voluntad se cumpla en su tiempo, nos sorprendemos por lo que Él puede hacer.
La oración es un recurso poderoso por medio del cual Dios actúa en este mundo. Lo asombroso es que el Señor nos ha dado el privilegio de participar en su obra con tan solo hablar con Él. No es que cambiemos nada mediante la oración, sino que Él ha escogido traer el cambio en conjunción con nuestras peticiones. No tenemos la facultad de salvar a los incrédulos, sanar a los enfermos, o vencer el mal, pero podemos orar y ver a Dios intervenir con poder en nuestra vida, hogares, iglesias y mundo.
Oración:
Señor, que seas Tú caminando con nosotros. Que estés en todo lo que realicemos . Abre las ventanas del cielo y derrama bendiciones hasta que sobreabunda.
Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Capítulo: 1 Juan 5
En 1 Juan 5, el apóstol Juan comienza tratando una vez más la relación entre el amor a Dios y la obediencia. Se está librando una batalla espiritual, si queremos ganarla tenemos que creer. La única arma capaz de vencer al mundo es nuestra fe.
El testimonio de que esta fe es efectiva lo da el Espíritu Santo a través de las Escrituras y la resurrección de Jesucristo. En sincera comunión con Dios podemos orarle sobre cualquier necesidad real que tengamos y seguramente nos escuchará.
Juan termina dando una enseñanza sobre el tema del pecado. De hecho, hay pecados más graves que otros y da una pauta sobre cómo actuar en cada caso.
Esbozo de 1 Juan 5:
5.1 – 3: Amor a Dios y obediencia
5:4-6: La victoria que vence al mundo
5:7 – 11: El testimonio de Dios
5:13 – 15: La confianza en la oración
5:16 – 21: La cuestión del pecado
Comentario Bíblico:
1 Juan 5:14
Basados en todas estas pruebas sólo es justo que creamos en el nombre del Hijo de Dios. Los creyentes tienen vida eterna en el pacto del evangelio. Entonces, recibamos agradecidos el registro de la Escritura. Siempre abundando en la obra del Señor, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano. El Señor Cristo nos invita a ir a Él en todas las circunstancias, con nuestras súplicas y peticiones, a pesar del pecado que nos asedia. Nuestras oraciones deben ser ofrecidas siempre sometidas a la voluntad de Dios. En algunas cosas son contestadas rápidamente, en otras son otorgadas de la mejor manera, aunque no como se pidió. Debemos orar por el prójimo y por nosotros mismos. Hay pecados que batallan contra la vida espiritual en el alma y contra la vida de lo alto. No podemos orar que sean perdonados los pecados de los impenitentes e incrédulos mientras sigan así; ni que les sea otorgada misericordia, la cual supone el perdón de pecado, mientras sigan voluntariamente así. Pero podemos orar por su arrepentimiento, por el enriquecimiento de ellos con la fe en Cristo, y sobre la base de ella, por todas las demás misericordias salvadoras. Debemos orar por el prójimo y por nosotros rogando al Señor que perdone y recupere al caído y alivie al tentado y afligido. Seamos agradecidos de verdad porque no hay pecado para muerte del cual uno se arrepienta verdaderamente.