Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos. (Éxodo 19:10)
El acto de lavar la ropa parece a primera vista algo de poco valor en el versículo de hoy. Sin embargo, cuando lo consideramos a la luz del contexto y el gran propósito que el Dios tenía en mente para la vida de esas personas, las preciosas lecciones comienzan a destacar. Nuestro Dios es sabio, conoce las mejores herramientas pedagógicas que nos hacen comprender y aprehender, es decir incorporar a nuestra mente y corazón, y también aprender los principios de su reino. Cuando el Señor ordenó a la gente que lavara sus ropas, no era sólo una regla de higiene personal.
Había determinado que su pueblo debía estar limpio de toda la suciedad, la suciedad del pecado, y las prácticas idólatras de Egipto así como de las otras naciones vecinas. Por lo tanto, mientras lavaban sus ropas en el río, sus corazones recordaban constantemente este ideal de santidad y pureza en la presencia del Señor.
Debemos lavar nuestras «vestimentas espirituales» todos los días en el agua pura de la presencia de Dios, en el impecable manantial de sabiduría que las enseñanzas de Su Palabra representan para nuestra vida, cuando decidimos sumergirnos en ellas y hacerlas una realidad con nuestro comportamiento diario y nuestro obediencia y servicio incondicional al Señor.
Sólo luego de «lavar nuestros vestidos» espirituales, podremos entrar en su santa presencia y aprender de su bendita Ley. Que el Señor Dios Todopoderoso nos conceda esta gracia de vivir una vida de obeciendia y servicio en su presencia y de dar testimonio en este mundo de que somos un pueblo con ropas limpias, para que su nombre sea siempre glorificado en nosotros y a través de nosotros.
Palabra diaria: Señor, quiero vestir la ropa pulcra y limpia de una vida basada en los principios de Tu palabra y en la práctica de esos principios en mi vida diaria, de forma que Tu presencia y Tu amor, nunca se aparten de mi.
Más Palabra Edificada / Purificación:
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2 Corintios 7:1
Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
Marcos 7:20-23
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Salmo 51:10
Ten piedad de mí, oh Dios,
conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Salmo 51:1-2
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Santiago 4:8
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Juan 15:3
Lavaos y limpiaos;
quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos;
dejad de hacer lo malo.
Isaías 1:16
Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Juan 1:7
Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
Tito 2:14
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
Hechos 22:16
¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Hebreos 9:14
Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.
Daniel 12:10
El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Hebreos 1:3
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Isaías 1:18