Los buitres sobrevuelan en busca de animales muertos. Cuando descubren una res muerta y podrida, descienden y se dan un atracón hasta dejar los huesos pelados. Las abejas, en contraste, sólo buscan el dulce néctar. Son muy cuidadosas al seleccionar las flores de un jardín.
Los buitres no producen nada en su alimentación, excepto temor en los que los observan en su labor. Las abejas producen panales, que destilan miel, para el beneficio de la salud y el paladar de los demás.
Así como las abejas y los buitres siempre encuentran lo que buscan, también un cónyuge puede encontrar casi siempre lo que busca. Si se centra en las faltas y los errores de su pareja, los encontrará. Su relación se convertirá en algo para evitar, no para apreciar. Por otro lado, si uno busca las bondades del cónyuge, ¡eso también se puede encontrar! Y se sorprenderá de cuán dulce llega a ser su relación.
A diferencia de los buitres y las abejas, criaturas que no pueden elegir sus instintos ni comportamiento, nosotros sí tenemos la opción de escoger el percibir y reflexionar sobre eso. Decida alentar. Elija la virtud.
Sea para las virtudes, de su esposo o esposa, muy amable. Sea para sus faltas un poco ciego.
1 Corintios 13:5-6
El amor no se enoja fácilmente, no guarda rencor…sino que se regocija con la verdad.