El gran artista Miguel Angel tardó mucho tiempo en dar los últimos toques a una de sus obras más famosas. Cierto amigo que lo visitaba casi todos los días le preguntaba siempre:
—¿Qué has hecho hoy?
A lo cual el maestro contestaba:
—Hoy he perfeccionado ese detalle en la mano, he mejorado la sombra en aquella arruga, he arreglado la luz en aquella parte del vestido, etcétera.
—Pero esas son bagatelas, dijo un día el visitante.
—Ciertamente, contestó Miguel Ángel; pero la perfección se hace de bagatelas; y la perfección no es una bagatela.
La vida del cristiano está hecha de pequeños detalles, las pequeñas cosas de cada día. No hay cosa tan pequeña que no merezca nuestra atención. Puede parecer una bagatela, pero no olvidemos que de esas bagatelas está hecha la vida, y la vida no es una bagatela.
Para muchas personas los detalles no cuentan mucho. Ellos viven y piensan en cosas grandes e impresionantes, pero se les olvida que las cosas grandes dependen de pequeños detalles.
Quienes logran cosas grandes en la vida, están conscientes que hay detalles pequeños que no se pueden ignorar. No olvides que en tu casa hay detalles que no se deben ignorar, lo mismo en tu trabajo, en tu vida personal, en tus estudios, es tu vida espiritual. Lo grande de la vida descansa sobre cosas pequeñas.
Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmeras y de botones de flores, por dentro y por fuera. (1 Reyes 6:29)
Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:30)