Señor, ayúdame a estar tan lleno de tu Palabra, de tu amor, de tu poder y de tu paz, que aun cuando esté bajo ataque del enemigo, mi corazón y mi fe no vacilen. Mi confianza está en ti, Señor, y no puede ser conmovida, ni aun por un ataque del enemigo. Ayúdame a recordar que cuando las dificultades vienen a mi vida, no tengo que temer porque tú estás conmigo. Y tú has prometido que nunca me dejarás ni me abandonarás.
Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado…Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto. (Salmos 27:3,5)